jueves, 25 de julio de 2013



Bajo aquel olivo, la otra noche, soñé contigo.
Tan esbelto y delicado como te recordaba,
con un cierto tono fugaz, que decoraba.
Ese azul cielo de tus ojos,
capaz de confundirse con la más absoluta calma,
la más absoluta paz.
Esa bondad que me inspiraban, tan sólo mirar,
ya no están, ya se han ido,
dejando un oscuro vacío.

Clandestina razón que te arrastró y  arrancó de muchos corazones,
desvariando y manejando las ilusiones.
Nada más irte todo cambió,
cambiaste el rumbo con tu partida,
dejando claro el nuevo sentido de la vida.
Puede que las mañanas no vuelvan a brillar como antes,
Por que te llevaste contigo todo aquello con lo que un día te comparaste.
Entonces ahora tus ojos  tendrían sentido, si no hubiesen   estado allí,
en el momento oportuno, en el menos indicado,
en ese de tanto llanto, que los fue apagando.
Y hoy,  aquí todos, conservando esa esperanza audaz
de que algún día, ese brillo volverá.

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